¿Puede el flamenco funcionar en un festival como Eurovisión?

Tras muchos años sin rastro del género musical, este año España ha decidido volver a traerlo de la mano de Blanca Paloma.

Elaborado por Andrea Ballus

Como es evidente, el festival de Eurovisión ha ido evolucionando notoriamente desde su próspero comienzo en 1956, en Lugano (Suiza). Ya no queda rastro de la orquesta en directo, del enfoque único hacia una canción como modo de crítica o de la valoración única de un jurado hacia las candidaturas, sin presencia del famoso televoto. Este caso, como muchos otros, es el claro ejemplo de cómo, a raíz de la reacción del público hacia los diversos formatos televisivos, la propia industria de la televisión ha estado y está siempre en constante cambio para adaptar su contenido a las preferencias actuales de los espectadores.

Pero, si nos centramos en el festival europeo, podemos observar que, obviamente, su lado más musical también se ha visto, en cierta forma, acondicionado a las tendencias contemporáneas. Así como en un inicio era más probable que predominara un estilo de música en concreto, actualmente es el repertorio variado de canciones y shows lo que la gente tanto reclama y lo que ayuda a abarcar todo tipo de gustos y a complacer a todo tipo de personas.

Y es que, a menudo, se tiende a creer que todo aquello que vaya más allá de las llamadas “canciones de radiofórmula” no puede funcionar en Eurovisión; puesto que, como defienden algunos, dicho certamen “se sostiene” tan solo de ese tipo de música cada año. Al mismo tiempo, desde hace ya mucho, se han asociado popularmente los conceptos “eurovisivo/a” y “no eurovisivo/a” refiriéndose, entre otras cosas, a las distintas candidaturas que van presentando los países a lo largo de la pretemporada (es decir, a lo largo de los meses previos de preparación que tiene cada delegación). Siguiendo ese patrón, entendemos que aquella canción presentada por cualquier país que sea más “festivalera” –más “eurovisiva”–, siempre puede funcionar mejor entre los espectadores. Por el contrario, aquella que se salga más de la monotonía musical a la que estamos acostumbrados –es decir, que sea más experimental y haya sido menos o nada vista en un escenario como ese–, hará que gran parte del público pueda descolocarse y empezar a dudar de dicha propuesta de cara a mayo.

En concreto, este año se ha dado el caso de la victoria de Blanca Paloma en el Benidorm Fest 2023; el actual proceso de selección del/de la representante español/a para Eurovisión, con su canción “Eaea”. La artista alicantina ya intentó llegar al festival el año pasado, compitiendo así en la pasada edición del Benidorm Fest 2022, pero acabó en quinta posición con 61 puntos. No obstante, este año consiguió hacerse con el triunfo tras recibir la máxima puntuación tanto por parte del jurado (con un total de 94 puntos de 96 posibles), del televoto (con 40 puntos recibidos a través de SMS y llamadas) y, también, por parte del jurado demoscópico (con 35 puntos). Esos 169 puntos finales obtenidos la convertían así en la representante española que viajará en mayo a Eurovisión 2023, en Liverpool (Reino Unido).

Blanca Paloma alzando el micrófono de bronce tras ganar el Benidorm Fest 2023 – Imagen extraída del siguiente link

Lo cierto es que dicha victoria desató cierta polémica durante los días posteriores a la final de la preselección; específicamente debido a su canción. Y es que España, tras muchas ediciones optando por llevar pop internacional o baladas varias al festival, se ha decantado más, este año, por aferrarse a sus raíces flamencas. “Eaea”, pues, resulta ser una especie de nana de corte flamenco con tintes de bulería acompañada de sonidos electrónicos. En consecuencia, estos datos, tan presentes durante sus tres minutos de duración, han hecho que mucha gente comience a desconfiar tanto de su canción como de su completa candidatura, afirmando que fórmulas aflamencadas jamás lograrán quedar en un buen puesto en el certamen europeo.

Remedios Amaya interpretando “¿Quién maneja mi barca?” en el escenario de Eurovisión 1961, en Múnich (Alemania)

Revisando un poco la historia de España en Eurovisión desde su incorporación en 1961, nos percatamos de que muy pocas han sido las veces que el país ha llevado este género musical a la competición. Y parece mentira que un símbolo español tan reconocido internacionalmente –un patrimonio inmaterial tan inmensamente valioso–, no haya sido una opción óptima para presentar en Europa. Sin ir más lejos, la única propuesta de flamenco puro que ha llegado al festival fue “¿Quién maneja mi barca?”, interpretada por la gitana Remedios Amaya en 1983, en Múnich (Alemania). Su resultado no supuso un gran logro para los españoles, pues ese año acabamos últimos en la tabla clasificatoria consiguiendo el puesto decimonoveno entre los veinte participantes de entonces (con 0 puntos recibidos). Es, desgraciadamente, debido a ese mal dato por el que, en consecuencia, tantas personas han preferido no brindar ese género al público europeo.

La cuestión es que quizás, como sociedad en constante evolución, a menudo no nos percatamos de cómo puede cambiar nuestra percepción musical a lo largo del tiempo. Si no fuera así, aún seguiríamos estando estancados en el mismo tipo de música que predominaba hace 50 años. Teniendo en cuenta eso, podríamos llegar a entender cómo en aquella época ochentera, dicho género tan distintivo y, en cierta manera, tan experimental, no estaba tan consolidado ni “adaptado” a la concepción rítmica de entonces. Ha sido gracias al paso de los años que el flamenco se ha ido introduciendo cada vez más en el panorama musical y adquiriendo más y más seguidores e interesados en entender su historia y en disfrutar de su arte y melodía. Así pues, la sociedad de los 80’ que “no vio con buenos ojos” la candidatura de Remedios Amaya, es ahora distinta con una nueva ideología y no sabemos a ciencia cierta cómo recibirá la de este año. En definitiva, puede ser algo arriesgado asegurar que el flamenco NO puede funcionar en el certamen europeo sabiendo que carecemos de experiencia y la anterior resulta tan lejana a los tiempos actuales.

Cabe destacar, también, que la renovación, fusión y experimentación de diferentes estilos musicales puede dar paso a la creación de nuevos géneros llamativos, con opciones de sorprender en el mundo de la industria musical. Con ello, “Eaea” está actualmente en proceso de ser renovada de cara al festival –tal y como afirmó su productor hace unos días–  y se espera una nueva versión con más fuerza en sus partes electrónicas y con la introducción de nuevas mejoras.

A día de hoy, España se sitúa en octava posición en las casas de apuestas; a falta de menos de diez canciones para completar el cartel de Eurovisión 2023 y de una transición de unas cuantas semanas hasta mayo durante las cuales pueden cambiar muchas cosas. Parece así que la candidatura española no ha decepcionado al público general y ha sido muy bien recibida fuera del país (como se ha demostrado en muchas ‘vídeo reacciones’ extranjeras a la actuación de Blanca Paloma en la final del Benidorm Fest 2023).

Por el momento, es obvio que no está nada claro. Con el comienzo de los ensayos generales en mayo, muchos secretos serán desvelados y una gran cantidad de datos se ajustarán más a la posible realidad de los resultados que se den en la gran final del festival –el mismo día 14 de ese mes–. Sin embargo, actualmente solo podemos esperar y observar cómo nuestra artista se encamina hacia Liverpool y va dando forma a lo que será su trabajo y nuestra gran representación para este 2023. 

Ya veremos cómo se acaba adaptando este flamenco a la competición. Aun así, una cosa está clara: quien no arriesga, no gana.