
¿Qué es la infancia? En su estudio Historia de la infancia, el historiador Philippe Ariès ha explicado por qué esta construcción social es una invención moderna. En la Edad Media, un niño vivía con los adultos tan pronto como podía vivir sin el cuidado de su madre.
No fue hasta el siglo XVII cuando el niño se convirtió en motivo de una responsabilidad y una educación especiales. La familia ha pasado de ser una institución con fines de herencia a ser una institución moral, de la que han surgido lazos emocionales. Pero esto solo era aplicable a los grupos sociales que podían permitirse ese “lujo.”
En las familias campesinas y obreras, la costumbre seguía siendo que los niños se convirtieran rápidamente en pequeños adultos, trabajadores que recibían salarios y pan.
En consecuencia, las descripciones literarias de la infancia se limitaron durante mucho tiempo al medio burgués. Eso ha cambiado. Sin embargo, las novelas infantiles de niños campesinos o trabajadores se diferencian de las primeras en el sentido de que siempre son historias de ascenso, como los libros de Annie Ernaux o Deniz Ohdes. También la infancia de Tove Ditlevsen, nacida en 1917, en el ambiente obrero socialdemócrata del barrio de Vesterbro de Copenhague, cuenta los primeros pasos de un ascenso. La novela forma, con Juventud y Dependencia, la trilogía de Copenhague.
La novela abarca la etapa de la vida de la narradora Tove desde los 5 años hasta el final de la escolaridad con 14 años. Comienza con la frase: “Por la mañana había esperanza”, frase que a lo largo de la novela resultará verdadera y falsa a la vez. A los 14 años, al igual que su madre, empieza a trabajar.
Tove quiere escapar de su entorno. Su infancia la describe en el libro como ” estrecha como un ataúd del que no se puede deshacer solo.” Ella quiere ser poetisa, sueña con “una habitación para ella sola”.
Empezó a escribir de muy pequeña, a lo que la familia reacciona con burla y desaprobación. Tove continúa escribiendo en secreto, mostrando sus poemas a un editor que la anima a seguir. La esperanza de Tove encuentra alimento. Tove se dedicó durante mucho tiempo a escribir poemas por encargo para sus compañeros de trabajo en la oficina donde trabaja.Al cabo del tiempo conoce al autor y editor de revistas Viggo F. Møller y se casa con él, no por amor, sino porque siente la oportunidad de salir de su oscura y triste realidad. Se las arregla para publicar poemas y relatos con la ayuda de Møller , Pero el matrimonio se rompe cuando Tove empieza a aburrirse. Más tarde Tove tiene dos matrimonios más, los cuales fueron muy tóxicos y que acabaron rompiéndose.
Dependencia, la tercera parte de la trilogía, describe la adicción, la abstinencia y las recaídas con una fuerza sugestiva, como la conocemos del psicograma sutil de Patricia Highsmith del diario de Edith o de la aguda indolencia de Sylvia Plath en La campana de cristal. Por lo tanto, la dependencia también es una atracción inmensa. Es el resultado de la elección de los medios narrativos de la trilogía de Copenhague. Al existir identidad entre autora y narradora,hoy se la conoce como una pionera del género autoficcional . A diferencia de los libros autoficcionales similares, como los de Karl-Ove Knausgård o Peter Kurzeck, la trilogía de Ditlevsen, no aspira a una descripción completa de su vida. Tove se abre, y profundiza en su historia, utilizando un ligero tono irónico en ocasiones,y añadiéndole un toque de humor a su tan triste historia. Ditlevsen ordena los episodios para que se pueda leer una génesis del niño trabajador a la autora, pero escribe las observaciones y reflexiones de forma confusas.
La escritura como protección
Cuando Ditlevsen escribió la trilogía de Copenhague, tenía más de cincuenta años y había tenido varios matrimonios, adicciones, abstinencias y hospitalizaciones. Los acontecimientos de los tres libros se han caracterizado tanto por el conocimiento de ser una autora exitosa como por las experiencias de desgracia producidas por los matrimonios, los abortos, la adicción y la muerte. La frase: “Ahora que mi madre está muerta y ya no hay nadie que pueda contar su historia como era realmente”, que aparece en el primer capítulo de la niñez, marca el tono predilecto y sencillo de la muchacha esperanzadora y repetidamente decepcionada. Pero una y otra vez en la trilogía, la autora recurre a la escritura para protegerse de los demonios y hacer realidad el sueño de la infancia: “Algún día quiero escribir todas las palabras que me afluyen. Con el tiempo, otras personas lo leerán en un libro y se sorprenderán de que una chica se haya convertido en poeta.”
Por: L. Yildiz