Terezin, un campo de concentración durante la antigua ocupación alemana, situado a unos 70 kilómetros de Praga
El campo-ghetto de Terezin existió durante tres años y medio, entre noviembre de 1941 y mayo de 1945. Este funcionó como campo de reunión y de concentración, y es por eso que se reconoció como ghetto y campo de concentración.
En primer lugar funcionó como un campo de tránsito para los judíos checos que los alemanes deportaban a centros de exterminio, campos de concentración y campos de trabajos forzados en Polonia, Bielorrusia y los estados bálticos bajo la ocupación alemana. Aun así allí murieron más de 33000 judíos.
En segundo lugar, fue un campo-ghetto de trabajo al que deportaron y encarcelaron judíos alemanes, austríacos y checos. Su fin era ocultar o dar información errónea sobre la aniquilación física de los judíos. Como parecía poco convincente que los judíos ancianos pudieran realizar trabajos forzados, los nazis usaron a Theresienstadt para ocultar la naturaleza de las deportaciones.
En tercer lugar, funcionó para retener a los judíos de los grupos anteriormente mencionados. Se esperaba que las condiciones de pobreza que había allí aceleraran la muerte de muchos deportados, hasta que la policía pudiera deportar a los supervivientes a los centros de exterminio de la zona este.
¿Qué pasó entonces con esta fortaleza construida a finales del S XVIII?
Con la ocupación nazi, esta fortaleza fue utilizada como prisión y posteriormente como campo de concentración. En este se encontraban más de 150.000 judíos, de entre ellos habían 15.000 niños.
El pequeño pueblo se convirtió en un Ghetto judío. Este fue vendido por el Führer como un supuesto regalo a los judíos, un lugar donde ellos podrían vivir tranquilos y con cierta calidad de vida. Pero realmente fue todo un montaje, toda una propaganda.
Hubo gente que llegó a pagar cantidades altísimas de dinero y es por eso que los judíos que llegaban a Terezin eran gente con estudios, músicos, pintores, escritores…La mayoría de prisioneros fueron trasladados a campos de exterminio como al de Auschwitz en Polonia.
En 1944, una delegación de la Cruz Roja, visitó el campo, pero no encontró nada sospechoso.
Además, posteriormente, a causa de la falta de higiene, salud y alimentación, se extendió una gran epidemia.
En Mayo de 1945, cuando los soviéticos llegaron a Terezín, dejaron a los judíos en cuarentena a causa de la epidemia, hasta que en junio liberaron a los supervivientes.
NUESTRA VISITA A TEREZÍN
El día 22 de marzo los alumnos de segundo de bachillerato de la Escola Pia Nostra Senyora, visitamos el campo de concentración de Terezín.
Terezín es una es una población de la República Checa, especialmente conocida por el campo de concentración instalado allí durante la Segunda Guerra Mundial, que llevaba como nombre alemán el de Campo de concentración de Theresienstadt. Su nombre se debe a la emperatriz María Teresa.
Empezamos la visita por Los cuarteles de Magdeburg – antiguos cuarteles del ejército que fueron utilizados como sede del autogobierno judío durante la Segunda Guerra Mundial.
A día de hoy ,hay exposiciones permanentes dedicadas a la vida cotidiana de los presos judíos.
La exposición se centra principalmente en los eventos culturales del gueto. En relación con el hecho de que Terezín era parte de la propaganda nazi (por ejemplo, aquí se filmó la película “Hitler entregó la ciudad a los judíos”), los nazis permitieron a los prisioneros cierta libertad en cuanto a actividades artísticas. Se han conservado muchos dibujos y obras literarias. En el gueto se representaba teatro y numerosas actuaciones musicales.
La segunda parte de la visita constó en el recorrido por el propio campo de concentración. Nada más entrar encontramos el cementerio judío, establecido como tal en Septiembre de 1945, adonde fueron trasladados y recibieron sepultura los restos mortales de los casi cien mil muertos de la Pequeña Fortaleza, así como los del gueto judío de la ciudad de Terezín.
Y entramos finalmente.
Allí dentro pudimos entrar en las celdas, donde convivían gran cantidad de personas con una higiene muy precaria.
Además pudimos ver también alguno de los baños comunes, también en situaciones precarias.
Por último atravesamos un trozo del túnel subterráneo de casi un kilómetro por el que pasaban los reclusos, un recorrido angustioso y no muy agradable.
Fue una visita impactante, pero valió la pena. Creo que es una muy buena manera de aprender sobre la historia y poder ver aquello que aprendes.